May, 2021
Signos del Tiempo
La obra de Marcela Herrera debe ser apreciada por capas, tal cual ha sido concebida. Desde lo formal, utiliza el recurso del palimpsesto para superponer textos visuales en un proceso de velar y develar. Todos los planos conviven como el resultado de una minuciosa construcción que se puede extender largamente en el tiempo. Supone un paciente y metódico trabajo combinado con el juego, el azar y lo inconsciente.
Las obras, pobladas de fondos etéreos y craquelados, remiten al inexorable paso del tiempo, a las edades de la vida y a los cambios que son visibles solo a través de sus marcas y señales, dejando una huella, una impronta, no solo en la obra, sino también en el espectador.
Lo que motiva a la artista es el placer del descubrimiento, la búsqueda, el develar los signos que se esconden bajo las capas sucesivas de pintura, textura y elementos. Este resultado azaroso, que deviene del desgaste de las superficies y el devastar de las formas, es lo que da sentido a la obra, ya que, a partir de la resignificación, lo encontrado adquiere un nuevo carácter que se transforma al tiempo que se yuxtapone con otras capas. Es un proceso dialéctico que se enriquece con cada nueva mirada.
A partir de formas recurrentes como el círculo, que organiza la composición y remite a lo espiritual, de una figura femenina —la damisela—, y del elemento masculino, que aparece algunas veces como un perfil o un rostro más definido en sus últimas obras, Herrera nos propone adentrarnos en esos espacios y develar esos universos paralelos, o al menos asomarnos al abismo y a los signos del tiempo.