Abr, 2024
Siglo XX
PINTAR EL VIAJE
Historias contadas por su abuela, recuerdos de la niñez, modos de percibir el espacio, la noche, los atardeceres rojizos, los días de zonda donde las partículas de polvo quedaban suspendidas en el aire, maravillaban a Mario.
Las imágenes de él en su bicicleta, explorando el baldío, el campo, contemplando desde el techo el paso de los trenes y la vida, alimentaron la contundente iconografía que lo posiciona entre uno de los artistas visuales latinoamericanos más relevantes de nuestro tiempo.
Mario Pérez hoy ha logrado traspasar la tela y las dimensiones para conmovernos. La muestra barca dieciséis obras de gran formato realizadas entre los años 1991 y 1999. Algunas de temática social, representan mitos y leyendas con paleta monocromo, de rostros inciertos con gran espiritualidad en las miradas. Se trata de una pintura frontal con grandes personajes que se advierten en medio de una espesa textura que evoca a la montaña. Aparecen como posando, emulando la fotografía, artilugio que intenta inmortalizar el tiempo en un instante. En otras, descubrimos espacios con la línea de horizonte curvo, como un recurso para enfatizar que el mundo es pequeño, una aldea donde suceden cosas. La luz genera centros de atención y dirige la mirada. El cielo, con la presencia de la cruz del sur, revela la ubicación de Pérez en la tierra, quien pintaba con la paleta de San Juan que de día se tiñe de ocres y en la noche, da paso a la explosión de los azules. De la observación del paisaje, la salida de la primera estrella, el diálogo con Dios, la naturaleza, las personas y la cultura que lo rodeaban, surgieron estas obras que encierran vivencias resignificadas en el taller, su templo. Allí, desde donde se situaba para pintar el viaje y afirmaba que: “…la vida es cortita, este es mi estanque".
Una clave para aproximarse a la comprensión del siglo XX es la obra del historiador Eric Hobsbawn “La historia del siglo XX”. Una de las tantas ideas que nos propone es la noción de que el Siglo XX funciona de alguna manera como un presente permanente. Entonces hacia el fin de la centuria la sociedad comenzó a vivir enfocada únicamente en el presente, perdiendo la conexión con el pasado y sin una visión clara del futuro.
Es esa noción la que está presente en este recorte de obras de Mario. En este sentido me resulta verdaderamente hipnótica la obra “La Familia” en carbón y sepia que data del año 1991, que puedo mirar indefinidamente. Hay por lo menos tres generaciones de esa familia bajo ese techo que intuímos de caña bajo el sol abrazador. Allí el tiempo no ha pasado, ni pasará. Es la foto de un tiempo tremendamente arduo pero inmóvil. Es ¿quizás la familia del cosechador cuando terminó la vendimia o cuando comenzó o es un domingo cualquiera? Hay una idea allí de que las generaciones se sucederán, pero el espacio y el tiempo serán siempre el mismo.
Casi como el siglo XX donde ese presente sombrío e inmóvil duró cien años o quizás continúa hasta hoy 2024 cada vez que revisitamos estas obras.