La iconografía de Mercedes Yacante se sumerge en lo ancestral y lo profundo, evocando raíces, creencias milenarias y búsquedas íntimas que cobran forma en obras pictóricas cargadas de simbolismo y humanidad.

La mujer es un eje central en su producción, y a través de ella, Yacante explora conceptos como comunidad, empatía, sororidad y resiliencia, pilares que atraviesan esta muestra. Su obra transita múltiples lenguajes, desde la pintura de caballete hasta el muralismo y el arte digital, sin abandonar su vínculo con el diseño gráfico, una disciplina que enriquece su perspectiva visual y responde a su formación académica.

En el plano técnico, destacan su destreza en el manejo del claroscuro y la modulación tonal, logrando representaciones espaciales de gran mimetismo. Sin embargo, esta ilusión se ve constantemente desafiada por la presencia de líneas delimitadoras y símbolos planos, elementos que rompen la continuidad figurativa y generan una tensión compositiva que se intensifica en algunos casos con fondos planos. Su interés por el estudio del retrato y la figura humana se resuelve con maestría, mientras que el paisaje sanjuanino se incorpora recientemente como un nuevo motivo de exploración.

Los materiales y soportes en su obra son variados y responden a las necesidades expresivas de cada pieza: acrílico, óleo, acuarela, grafito, papel, lienzo y madera dialogan con naturalidad en sus composiciones.

La estética de Yacante es una fusión personal que combina referencias fotográficas, influencias del animé, símbolos que oscilan entre lo reconocible y lo encriptado, además de elementos orgánicos como hongos, pájaros y flores. Cada obra está habitada por un componente mágico, una chispa intangible que conecta al espectador con lo trascendente.

Mercedes Yacante nos invita, a través de estas imágenes, a adentrarnos en su subconsciente y a compartir algo de esos saberes ancestrales que residen en lo profundo de nuestra humanidad compartida.